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-Ah, no lo enti-ti-tiendes
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-¡Toda una señora romana bajándose del
toro y rascándose como una posesa!
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-¿Es que acaso las señoras romanas
no si-si-sienten pi-pi-picores?
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-¿Por qué no te das un baño?
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-Yo ya lo hi-hi-hice, pero es el toro
el que necesi-si-sita el baño.
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-Creo que le gustas a ella,
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-Pero a él no
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-¡Oh Hans, esas flores que me
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envió eran muy bonitas!
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-Pero ninguna es tan bonita como usted.
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-Oh, gracias.
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-¿Y Hans, no me gusta pedírselo,
pero podría prestarme usted
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Otros mil francos hasta que
llegue mi dinero de París?
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-Con sumo placer, fraeulein.
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-Gracias.
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-Yo se lo llevaré esta noche a su carromato.
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-Oh olvídalo, olvídalo. Quizá
simplemente estaba bromeando
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-¿Bromeando? ¿Bromeando, huh?
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"Ven, chiquilla, yo voy a cuidar de ti."
¡Oh, y yo he caído con una tonta!
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-Ah olvídalo, olvídalo.