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Si no os gusta, ya lo sabéis, ¡largo!
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- ¡Tiene que pagarnos!
- ¡Que no hay dinero, no seáis pesados!
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Más problemas y peleas.
Cada día lo mismo.
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Y siempre por el dinero.
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Estoy harta. No sabes cómo
deseo dejar esta vida tan miserable.
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Ya han pasado 4 años
y seguimos igual.
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Es verdad. Y supongo que
yo soy el responsable.
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- Si no te gusta puedes irte.
- Lo digo pensando en ti.
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No sabes cómo detesto verte
desperdiciar así la vida.
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No te preocupes por mí.
Estoy disfrutando.
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Es una existencia despreocupada.
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Me resulta fácil ganar
el aplauso del público.
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- Qué más puede pedirse. Dame dinero.
- ¿Vas a salir?
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Nos quedan pocos días aquí.
Claro que sí.
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- Lo siento, no me queda dinero.
- ¿No? ¿Y el que tenías guardado?
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Sabes que lo guardo para comprarte
la ropa que necesitas.
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- No necesito ropa, dámelo.
- No, ¡por favor!
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-¿Cómo has podido cambiar tanto?
-No dramatices. Todos cambiamos.
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Es normal. Debemos cambiar
si queremos sobrevivir.
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En Tokio tenías una gran fuerza de
voluntad y no deberías olvidarla.
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Tal como dices, he cambiado.
Esos son sueños del pasado.
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- Venga, dámelo.
- Dijiste que alcanzarías el éxito.
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Que te esforzarías para
triunfar por ti mismo.
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¿No lo recuerdas?