Rebecca

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Me desprecias, ¿verdad?

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Yo me desprecio a mí mismo. No puedes
entender cuáles eran mis sentimientos.

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¿Puedes?

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Pues claro que puedo, cariño.

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Bien, mantuve el trato y ella también.
lnterpretó su papel de maravilla.

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Pero después de un tiempo,
se volvió más despreocupada.

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Tomó un piso en Londres
y se ausentaba durante días.

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Luego empezó a traer
a sus amigos aquí...

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La advertí, pero sólo dijo,
''¿Y qué tiene que ver contigo?''

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lncluso lo intentó con Frank,
el pobre y leal Frank...

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Luego hubo un primo suyo,
un hombre llamado Favell.

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Sí, le conozco. Vino
el día que fuiste a Londres.

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-¿Por qué no me lo dijiste?
-No quise...

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Pensaba que te recordaría
a Rebecca.

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¿Recordármela? ¡Cómo si
necesitara que me la recordaran!

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Favell la visitaba
aquí, en esta casa.

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Lo descubrí, y le advertí que si
él volvía, los mataría a los dos.

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Una noche supe que había vuelto
sin avisar de Londres...

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y pensé que Favell
estaría con ella...

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Supe que ya no podía soportar
más esa vida de sucio engaño.

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Decidí venir aquí
y enfrentarme a los dos...

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pero ella estaba sola. Esperaba
a Favell, pero no había venido.

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Estaba tendida en el diván, junto a
un gran cenicero lleno de colillas...

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Se la veía enferma, extraña.

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De pronto se levantó y
empezó a caminar hacia mí...

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''Cuando tenga un hijo'', dijo...

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''ni tú, ni nadie
podrá probar que no es tuyo.''

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''¿Te gustaría tener un heredero
para tu precioso Manderley?''

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Entonces empezó a reír...

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''¡Qué gracioso,
qué increíblemente gracioso!