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Sabes que no voy
a hacerte daño, ¿verdad?
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¿Cómo iba a hacerte daño?
Siempre te he ayudado, ¿verdad?
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- Sí.
- Sí ¿qué?
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Sí, siempre me ha ayudado.
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Claro que sí. Biancarolli Io sabe.
No te dejaba cantar.
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No sabía Io mucho que te quería.
Ahora ya Io sabe.
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Pero ya no importa. Nada importa
excepto tú y yo, Christine.
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Ahora cantarás todo Io que quieras,
pero sóIo para mí.
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Lo harás, ¿verdad, querida?
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Claro. Hay un piano
en el vestíbulo de la Ópera.
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Vamos. Puede tocar
y cantaré para usted.
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No Io entiendes.
No podemos volver, nunca más.
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Yo hice que cayera la lámpara.
Por ti, Christine.
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Pero les avisé. Dije que habría muerte
y destrucción si no te dejaban cantar.
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Ven.
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¿Lo ves?
¿No te decía que era precioso?
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No sabías que teníamos un lago
para nosotros solos, ¿verdad?
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Te han envenenado la mente.
Por eso me tienes miedo.
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Mira el lago. Te encantará estar aquí
cuando te acostumbres a la oscuridad.
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Te encantará la oscuridad.
Es acogedora y apacible.
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Da mucha serenidad
y alivia el dolor.
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Está justo debajo de la Ópera. La música
desciende y la oscuridad la destila,
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elimina el sufrimiento que la compuso,
y luego todo es belleza.
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Aquí la vida
es como una resurrección.
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Esto no es una simple
interpretación de un concierto.