Les Dames du Bois de Boulogne
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- ¿Por qué pones esa cara?
- No lo entenderías.

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¿Entender qué?
Prestaste un paraguas...

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¡No es por el paraguas!
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No he roto los vínculos
con nuestra vida anterior...

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porque fuera un desorden de pobreza,
de falso lujo, de falso placer...

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Lo he hecho porque necesitaba
vivir y disfrutar de la vida.

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Esas flores lo estropean todo.
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Pero traen alegría, ángel mío.
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En otra época, detrás de las flores,
veía siempre la cara de un hombre.

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Y ahora mira.
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Detrás de estas flores aún hay
la cara de un hombre amenazándonos.

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- A esto hemos llegado.
- Tú siempre tan dramática.

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Antes abríamos la puerta
a cualquier hombre y... ¡flores!

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Ahora, se la cerramos en
las narices y... ¡flores!

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- Mañana habrá más.
- Las rechazaremos.

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Y yo seguiré siendo la misma chica.
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No deberías haberle
prestado el paraguas.

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No se lo presté.
Le prohibí que lo devolviese.

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¡Pero si era mi paraguas!
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Lo siento, mamá.
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Pero créeme, tenía que hacerlo.
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- Está bien. Olvídalo.
- Ojalá pudiera.

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- Y sé sencilla.
- ¿Sencilla?

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Sí, sencilla, como yo.
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Acepto las cosas como vienen.
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No pido más de lo que se me da.
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Estas flores me dan su aroma,
y yo lo respiro.

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¿Vas a salir?
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- ¿A dónde vas?
- Voy a organizar nuestra tranquilidad.

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- ¿Nuestra calma? ¡Estás loca!
- ¡Quiero que todo lo que nos pase esté claro!


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