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Guarda silencio si quiero que lo haga
y habla cuando quiero que hable.
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- ¿Es ésa su idea de un amigo?
- Sí.
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- Debe llevar una vida muy alegre.
- Llevo la vida que quiero llevar.
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Es un hombre afortunado.
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Yo creo mi propia suerte.
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- ¿Qué hace en este vecindario?
- Vine a salvarle la vida.
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No me habría matado,
si le hubiera dado el dinero.
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Pero no se lo habría dado.
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Creo que no.
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- ¿Cómo lo obtuvo?
- ¿Qué?
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El dinero por el que habría muerto.
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- Jugando.
- Lo dejaré aquí.
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- Gracias.
- Fue un placer.
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- Algún día haré lo mismo por Ud.
- ¿Me salvará la vida?
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Le daré un cigarrillo.
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Con su suerte, ¿por qué no va
adonde se juega en serio?
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Creí que el juego era ilegal
en Buenos Aires.
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- Lo es.
- Ya veo. lgual que en mi país.
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Hay un casino como a media hora de aquí,
en el otro lado de la ciudad.
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- Aquí está la llave.
- Gracias.
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- Pero no vaya.
- ¿Por qué?
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No van a dejar que use
sus propios dados.
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No creí que se notara.
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Un hombre que crea su propia suerte
como yo, reconoce la de otro.
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De cualquier torma,
no dejarán que entre sin corbata.
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Aún no tiene la marca en la nariz.
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¿Quién es?
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Un holgazán.
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¿Quiere un perfume fino
digno de la nobleza?
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No, gracias.
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Tenemos un talco
tan suave como las rosas.
:04:48
No, gracias.
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- ¿Una toalla?
- Sí.
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Gracias.