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De Chandre,
es el mensajero de España.
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- Lo sé.
- ¿Habrá guerra o paz?
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Ni una cosa ni la otra si el rey Luis
ve a la encantadora Pompadour aquí.
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¿Desde cuándo el valiente de Chandre
teme por su cabeza?
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Por la mía no. Por ésta.
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Demasiado bonita para que caiga
rodando en una cesta.
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Pero, querido mío,
la tuya caería junto a ella.
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Piensas en todo,
mi querida Pompadour.
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Su Majestad.
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¡Su Majestad!
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¿Qué sucede?
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Señor, el mensajero de España.
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Ven, ven.
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- ¿Qué dicen los españoles? ¿Hay guerra?
- Aún no, señor.
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¿Entonces qué?
¡Habla, hombre, habla!
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El rey Felipe considera...
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que se puede vencer a las fuerzas
que fomentan el odio por Francia.
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- ¿Pero cómo? ¿Cómo?
- Mediante un matrimonio real.
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- ¿ Un matrimonio real?
- Sí, señor.
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Entre María,
la princesa de España...
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y un noble francés
que usted elija.
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¿Qué opinas, D'Armand?
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Felipe es astuto, señor.
Conoce a los españoles.
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Un matrimonio así estimularía
su romanticismo y evitaría la guerra.
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Sí, es cierto, es cierto.
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Pero debemos tener cuidado.
Hay que elegir al hombre indicado.
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Refréscate, mensajero.
Enviaré por ti.
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Sí, D'Armand, debemos escoger
al hombre indicado.
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Alguien apuesto,
gallardo, inteligente...
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cuya astucia y encanto
cautiven a la corte española.
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En otras palabras, señor,
el duque de Chandre.
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¿Quién otro?
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Bien pensado, señor.
Brillante.