:14:01
Levántate, niña, levántate.
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¿No te he visto por el palacio?
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No me he atrevido
a mostrarme ante mi señor.
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¡Por supuesto! Eres la muchachita
de Beaucaire, el barbero.
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Magnífico mozo ese Beaucaire,
y sumamente apuesto.
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¿Beaucaire? ¿Apuesto?
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No sé como un hombre
puede ser tan apuesto.
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Créame, señor, que no hay nada
entre Beaucaire y yo.
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¿Nada?
¿A eso le llamas nada?
:14:27
¿A la forma en que lo besaste
detrás de los sacos de cebollas?
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- ¿Cómo sabe eso, señor?
- Mi niña...
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los ojos del rey
están en todas partes.
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Pero Su Majestad, no vine
a hablar de Beaucaire...
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por más apuesto que sea y...
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¡Encantador, astuto, inteligente!
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Sé que has demostrado
más que un interés casual en él.
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Admito, señor, que para ser barbero
es muy divertido...
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y bastante cariñoso.
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Pero, después de todo, es un hombre
y no me interesan los hombres.
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Los hombres mortales.
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- Me interesa Francia.
- ¿A qué te refieres?
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Señor, soy una patriota.
Amo a Francia.
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Y, para mí, señor,
usted es Francia, toda Francia.
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Es por como me queda la túnica.
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Es para holgazanear.
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¡Qué momento!
Estar a solas con Francia.
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Ver a Francia.
Oír a Francia.
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Tocar a Francia.
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¿Sabe qué significa este momento
para una mujer?
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Tampoco es malo para Francia.
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No me mire como a una mujer.
Míreme como al pueblo francés.
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Prefiero mirarte como a una mujer.
Hay poco espacio.
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Eso, señor, fue por Francia.
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Y ahora otro por las colonias.
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- ¡Luis!
- ¡La reina!