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Dile que me tomé la libertad.
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El hombre común, sólo porque
una chica toma unos tragos...
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enseguida saca conclusiones,
no la trata con respeto.
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Trato con respeto a todo el mundo.
Debo hacerlo.
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Soy empleado del estado, ¿recuerdas?
Soy un verificador.
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Vete al diablo.
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- Yo no pedí esto, Frank.
- La casa invita, Sr. Thompson.
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¿ Y qué estamos celebrando?
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- Tome un trago conmigo.
- ¿Contigo?
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Creí que, por experiencia, nunca bebías.
¿Qué ha ocurrido?
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Nada, nada.
Es que, verá, estoy en un aprieto.
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¿Sí?
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Supongo que me corresponde
dar la mala noticia.
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Verá, el encargado, pues...
tuvo que ceder su mesa a otra gente.
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Pero no. Estoy esperándola a ella.
¿Dónde está ese encargado?
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De eso se trata:
No creo que ella venga esta noche.
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Por eso él se tomó la libertad.
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Verá usted, ella fue a Yuma.
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Estás confundido. Estoy esperándola.
¡Tengo una cita!
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Sé que es un golpe duro.
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Yo tampoco podía creerlo, pero...
es verdad, se fue a Yuma, Sr. Thompson.
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Verá usted...
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Pues... se casó.
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Debe ser porque, en estos días,
las chicas se casan con cualquiera.
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¡Imagínese! Un hombre como Slim Dundee.
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Un hombre con ese temperamento.
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Lamento lo de la mesa,
Sr. Thompson, pero...
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ÉI siguió hablando y parloteando.
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No oí una sola palabra.
No podía pensar.
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Se fue a Yuma, entonces.
Se casó con Slim Dundee.
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Por supuesto. ÉI tenía mucho dinero,
lo que ella siempre quiso.
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Me dije: "Bien. Un golpe de suerte".
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Lo mejor que podía pasarme.
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Me dije que algún día,
al pensar en eso, lo entendería.
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Pero me equivocaba.
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Estaba en las cartas
y no había forma de detenerlo.
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Pasó un mes, pasaron dos,
pasaron cuatro.