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¡Mi capa!
¡mi capa!
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¿Pero qué has hecho?
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¿No te había ordenado Francisco
que no volvieses a dar la túnica?
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Sí, es cierto. Pero hoy he visto
a un pobre que me pedía limosna.
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Yo llevaba el requesón
pero no se lo podía dar,
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entonces me dije: yo no tengo nada
para darte, excepto la túnica,
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pero tengo órdenes de mi padre
y no se la puedo dar a nadie.
:28:28
Pero si tú me la quitas de encima,
yo no te contradigo y no desobedezco...
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Venga, vamos.
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Mi capa. Coge mi capa...
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Ten caridad, ves, estaba desnudo,
se la han puesto en los hombros.
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¡Ah! Y yo qué, y yo qué...
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Llevádselo a un hermano pobre.
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- No, no, marchad y llevadlo vosotras.
- Vamos.
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Esta noche me ha vuelto
a visitar el demonio,
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pero el demonio se ha ido
con el rabo entre las piernas,
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porque tengo un medio
muy simple de despacharlo.
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Cuando siento que se acerca
y quiere entrar en mí,
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cierro la puerta de mi corazón y
me encierro en santa meditación.