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Pues, sí.
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¿No fuiste el que decidió
darle un dinero semanal...
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para enseñarle a administrarlo?
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- Sí, cielo, pero es que...
- Mira.
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Quizá sea hijo único,
pero no lo dejaré actuar como tal.
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- Te di la respuesta a eso hace dos años.
- Sí.
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- Sí.
- Me cansé de ser yo la más severa.
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Está bien, está bien.
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A propósito, ya que eres tan desprendido
con el dinero...
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¿Qué?
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- Caramba. La cuenta de Whitfield.
- Sí, exactamente.
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- ¿Qué pasó con tu dinero semanal?
- Bromeas, por supuesto.
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- 42 dólares. Y no me queda nada.
- ¿Otra vez?
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Y prometiste pagarlo, Clint.
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Me avergüenza, de veras.
Tengo miedo de ir a la tienda.
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¿Qué? ¿Por 42 dólares? Que espere.
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El amo Whitfield nunca se deslomó
para conseguir nada.
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Cuarenta y dos dólares. Un día de éstos,
le pagaremos al contado.
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¿Un día de cuáles?
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- Pues, un día de éstos.
- Sí.
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Cuando una petrolera decida que
no puede hacer un oleoducto en Arabia...
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- sin los servicios del Dr. Clinton Reed.
- Está bien.
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El hombre de la frente amplia
y la voluntad de un...
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¿Amor?
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- Oye, Clint.
- ¿Qué?
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- Me gustan las frentes amplias.
- Apuesto a que sí.
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Esas cosas ocurren.
No creas que no.
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Contrataron a muchos del departamento.
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Bill Mosely trabaja
para una compañía química industrial.
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Sé que sí, amor.
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Podría ocurrirme a mí también.
Como tener otro bebé.
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Un día de éstos, ¿eh?
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Qué mujercita descarada.
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Pero bonita, ¿eh?
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Apenas un poco. Tengo que irme.
:12:45
- Oye.
- ¿Qué?
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Trata de regresar temprano si puedes.
:12:51
Sí, lo intentaré.
:12:55
Cielo.
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¿Por qué no le das
los 25 centavos a Tommy?