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Es mi perfume.
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Buscaba unos calcetines esta mañana.
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Vi una botella y no sabía lo que era.
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¿Se ha despertado Gloria?
- No.
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¿Le diste el biberón?
- Sí.
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¿Se lo tomó?
- ¡Sí!
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¿Qué más has encontrado en el cajón?
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¿En el cajón? Nada.
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Veo que también has abierto esto.
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¿Por qué no? Es de mi mujer.
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Te comportas de un modo muy extraño.
- ¿De dónde han salido?
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¿De dónde van a salir? Las compras.
- ¿Qué es?
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Costarían 20 dólares. Son de seda.
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Nunca has distinguido la diferencia
entre seda y rayón.
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¿ Y esconderlos en el fondo de un cajón?
- Vamos, Jeremiah.
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¡No me llames Jeremiah!
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Parecen de seda.
- ¿ Y si lo son?
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¿De dónde han salido?
- Del hombre de la luna.
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¿Qué te hace gracia?
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¿Te divierte que me parezca
a un osito de peluche?
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¿No pensarás que he comprado
yo esos camisones?
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¿Cómo sabes que son camisones?
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Pues... tú lo has dicho.
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No, no lo he dicho.
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Seda, rayón, supuse que se
trataba de camisones.
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¿ Y ese perfume? ¿Qué me dices?
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¿Crees que soy ciego,
que no veo nada?
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¡Yo lo veo todo!
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Tranquilo, Jerry, estallarás.
- No me hables de esa forma.
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Está bien, camisones y una botella
de agua perfumada.
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¿Por qué tanto alboroto?
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Sí, lo compré para Mae.
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Un regalo.
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¿Quieres arrancarme la cabeza
porque le compré un regalo?