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¿Tanto como sus hijos?
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- ¡Emiliano! ¡Emiliano!
- ¿Qué ocurre?
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- Pregúntaselo a él.
- ¿Qué sucede?
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La fuerzas de Huerta
vienen por el paso.
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- ¿Pretende ignorarlo?
- No es cierto.
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No es posible.
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- ¿Cuántos?
- Tres regimientos con artillería.
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- ¿Quién puso centinelas?
- Yo.
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- ¿Tú?
- No confié en él. Acerté.
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¡Mírale!
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Corneta.
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Quiero dar la mano a nuestro liberador
para contárselo a mis hijos.
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¿Están llegando las tropas?
¿Huerta ha desobedecido mis órdenes?
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¿Qué dice usted, señor?
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Muchas gracias, gracias.
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Debo detenerlos.
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¡Huerta no se atreverá!
¡No se atreverá!
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Debemos confiar en Madero,
sólo él puede garantizar la paz.
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- Emiliano, escúchame.
- No.
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Coged las armas y flanquead el camino.
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Tal vez sea mejor acabar con él.
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Emiliano, le doy mi palabra.
Yo detendré las tropas.
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Eso espero,
pero si no lo hace usted, lo haré yo.