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- Dame tu mano.
- Y mi corazón, también.
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¿No me tienes afecto
para soportarme
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cuando este genio que me dio
mi madre me hace olvidadizo?
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Sí, Casio.
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Desde ahora, cuando seas
demasiado severo con Bruto,
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pensaré que es tu madre
quien me regaña, y así lo entenderé.
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Lucilio, que preparen
alojamiento a sus compañías.
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Y vuelve inmediatamente
trayendo a Mesala.
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Lucio.
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Trae vino.
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No te creí tan dado al furor.
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Casio,
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me afligen grandes amarguras.
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Mal aplicas tu filosofía
cediendo a males pasajeros.
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Nadie soporta mejor la tristeza.
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Porcia ha muerto.
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¡Porcia!
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Sí, ha muerto.
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¿Y cómo no me mataste
al contrariarte de esa manera?
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¡Qué dolor y pérdida irreparable!
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¿Cómo fue?
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Impaciente por mi ausencia,
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y sabiendo que Octavio y Antonio
se habían hecho tan fuertes,
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noticias que me llegaron
con las de su muerte,
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perdió la razón
y en ausencia de sus acompa?antes,
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tragó ascuas encendidas.
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- ¿Y así murió?
- Así murió.
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¡Dioses inmortales!
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No hablemos más de ella.