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Una chica consciente
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De que no hay nada
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Nada como el amor
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- Nada
- Nada
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Nada
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Nada como
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el amor
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¿Has hecho el aliño de la ensalada?
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Sí, está en un cuenco detrás de la leche.
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- Es mejor que te prepares.
- Es verdad.
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Te he cogido unas medias.
Espero que no te importe.
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Claro que no. Ahí está uno de los chicos.
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Date prisa.
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Entra.
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- Hola.
- Encantada.
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- No pasa nada. Es normal.
- Lo siento.
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Intentamos arreglarlo.
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Debes de ser Frank Lippencott.
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Así es.
Y tú debes de ser la hermana de Eileen.
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Así me Ilaman.
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Por supuesto, tú eres diferente.
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Sí. ¿Por qué no te sientas?
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Hace calor.
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- Eileen, ha Ilegado Frank.
- Ya salgo.
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¿Me disculpas un momento?
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Ya no está enfadada por lo de esta tarde,
¿verdad?
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Creo que se le pasará.
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Bien.
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Eileen me ha hablado de tu bar.
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- Dice que tienes cosas fantásticas.
- Las mejores.
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Y a precios razonables.
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Por lo que he oído,
razonable no es la palabra correcta.
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- Buenas noches, Sr. Lippencott.
- Buenas noches, Eileen.
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No tenemos que usar...
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Espero que no sigas enfadada
por lo de hoy. No ha sido culpa mía.
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Charlie, el pianista, no me dijo nada de eso.
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- Seguro. Movamos la mesa.
- Os ayudo.
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- No, está bien, nos las arreglamos.
- Te juro que es la verdad.
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Si no lo es,
que me caiga muerto ahora mismo.