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Querida, eres una bella y delicada criatura.
¿No te molesta que yo sea algo mayor?
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No, Sire. De hecho, me recuerda a mi
querido y recientemente fallecido padre.
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-Tu padre,¿Era de apuesta figura?
-Sí, Sire, hasta que la plaga causó su prematuro deceso.
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-Ven aquí, querida...
-¡Qué horrible muerte!
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-¡Más cerca!
-Puedo verlo ahora en agonía, con espasmos,
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Como tantos de sus hermanos
y primos, y tíos y tías...
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-¿Le darías un pequeño beso al rey?
-Ciertamente. Y no se preocupe, dicen que no es contagioso.
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Oh, eres...¿Contagioso?
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El hecho que se herede en la familia no
significa que todos lo tenemos.¡Béseme, Sire!
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-Tener...¿Qué?
-¿No le gusto, Sire?
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-Sí, sí. Pero, todos esos hermanos, y primos, y tíos...
-Y tías.
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No hablemos de sus cuerpos deformados,
hinchados y mortificados. ¡Téngame en sus brazos!
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-Pero esto de los espasmos...
-Agónicos.
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¿Cómo se contagia?
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Al contacto de una mano, de los labios...
Pero no arruinemos el momento, Sire.
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-¡Téngame cerca!
-¿Cómo se llama esa monstruosidad?
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-La fiebre de Breckenridge.
-¿Quién es Breckenridge?
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-Mi padre.
-Perdóname. Me siento un poco mal.
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-Sire, la ceremonia está lista.
-Bien. Debo irme, y tú también.
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Rápido. Querida... no me toques.