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Cuánta serenidad. Cuánto valor.
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Te quiero mucho.
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Es terrible que sólo haya podido hablar
con el corazón en un momento así.
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Hasta ahora no sabía nada del amor.
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Estaba lleno de odio, Natasha.
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Odiaba las cosas,
pero sobre todo te odiaba a ti.
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Estabas en tu derecho.
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Te quiero como jamás
he querido a nadie en esta vida.
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Tal vez este monasterio
tenga algo que ver.
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Tal vez los monjes
sepan realmente de amor.
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Ahora yo también empiezo a entenderlo.
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Tal vez la muerte
sea mi propio monasterio.
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¿ Dónde está? ¿ Puedo verle?
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- Claro. ¿ Es éste su hijo?
- Sí.
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- ¿ Y se llama?
- Kolia.
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¡Qué niño más guapo!
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- ¿ Dónde está?
- Natasha está con él.
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Debéis de estar cansada, princesa.
ld a vuestra habitación.
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- ¿ Dónde está Petia?
- Se marchó. No pudimos impedirlo.
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lnsistió en ir alistarse
hasta que cedimos.
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La guerra habrá terminado
antes de que entre en combate.
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- ¿ Recibiste mi carta?
- Sí, fueron buenas noticias.
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- Tú y María.
- Me preocupa Sonia.
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- No pasa nada, se lo dije enseguida.
- Pero quería decírselo yo.