:54:00
El té, un momento.
:54:04
-¿Dónde está el té?
-Aquí.
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¿Cuándo nos vamos a casar?
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Me he debido de perder algo.
:54:29
Después de estas dos semanas,
no puedes decir que es tan inesperado.
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No, pero no había pensado
en el matrimonio.
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Cariño, ése es un típico
comentario masculino.
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Gil, te quiero de verdad.
He dejado todo de lado.
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Tengo una pila hasta aquí de manuscritos
sin abrir en mi oficina.
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No puedo quedarme en la oficina porque
quiero estar contigo. Me vuelvo loco.
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No podemos seguir así.
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Ése es el típico comentario femenino.
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¿Por qué no coges los zapatos?
Seguro que están secos.
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¿Por qué lo evitas? Dímelo, en serio.
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-No estoy hecha para el matrimonio.
-¿Por qué no?
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Por la forma en la que he vivido,
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egoístamente y sin parar,
una cosa después de otra.
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-Haces que parezca tan...
-No me refiero a ligues.
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¿A qué te refieres entonces? No entiendo.
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A que mi vida ha sido algo...
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deshonrosa, al menos
según tu perspectiva.
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-Soy cínica, celosa, vengativa.
-No lo creo.
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Es verdad.
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En mi vida siempre he buscado
lo excepcional,
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no lo corriente.
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Ni tan siquiera he pensado
nunca en el matrimonio.