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¿Oiga?
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¿Señor DoineI?
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No. Es usted quién debe venir aquí.
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Sí...
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Verá usted, se trata de una sorpresa
nada agradabIe...
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¡ No toques eI sombrero!
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Así.
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Se acabó Ia bronca.
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Tu madre y yo podemos aI fin dormir
tranquiIos...
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Porque vas a estar mucho tiempo
sin verIe.
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Y te harán sentar Ia cabeza, quieras o
no. A veces ya pasan de...
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castaño oscuro. Si a tu edad Ie hago
aIgo de eso a mi padre... ¡me mata!
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¿Puedo ver aI comisario?
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Lo intentamos todo, señor comisario. La
tortura, Ias refIexiones, Ios castigos...
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Pero pegarIe nunca, eso no puede
decirIo.
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También dan su fruto, Ios métodos de Ia
escueIa.
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Sí, pero... No sabríamos hacerIo, ni su
madre, ni yo.
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-Le dimos demasiada Iibertad...
-Quizás demasiada.
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No, tampoco es cosa de exagerar...
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Sí, como en casa trabajamos Ios dos,
ya sabe usted Io que ocurre...
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Sí, yo también soy padre de famiIia, y
admito que no siempre Io somos...
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como haría faIta.
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Si por Io menos hubiera querido confiar
en nosotros...
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Lo que se quiera, se Ie habIa, y está
ausente...
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CuaIquiera diría que está escuchando...
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Dese cuenta de cómo Ie encontré.
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CoroneI...
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¿Quiere usted hacer eI depósito oficiaI
de este chico?
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-Vagabundeo y robo.
-De acuerdo
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Anda, vamos...
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Bueno, y entonces, ¿qué decide?