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Mi puerta estaba cerrada.
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¿Por qué no respetas mi intimidad?
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¿Puedes aplacar tu conciencia
sólo con cerrar una puerta?
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Di lo que tengas que decir
y déjame solo, te lo ruego.
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He venido en busca
del hombre al que conocía.
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Un hombre noble, gentil y amable,
que se guiaba por la palabra de Dios.
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- Eso son simples palabras.
- Te suplico que me escuches.
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Cuando era niña, tú eras
el mundo y yo te adoraba.
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Pero el tiempo pasó
y mi amor cambió conmigo.
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Se convirtió en el que siente
una mujer por un hombre.
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Pero el hombre llegó a ser rey
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y siguió viendo a la mujer
como si aún fuese una niña.
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Sé lo fuerte que es su llamada.
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Escucha a tu pueblo.
Su amor te llama, igual que el mío.
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Escúchalos a ellos, si no es a mí.
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Lo apruebe mi pueblo o no, debo ir.
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No vayas. No te destruyas.
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Te lo suplico.