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Me alegro de verle
aunque no sé quién es usted.
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Ah. Es del FBI y va de incógnito.
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Debe proteger a la princesa.
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- No.
- ¿ No?
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No te puedo mentir, Fella.
No soy del FBI.
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Soy tu padrino.
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Tu hado padrino.
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¿ Padrino?
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¿ Hado padrino? ¿ Como en un cuento?
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No, usted es del FBI.
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¿A qué están jugando?
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No es ningún juego, Fella.
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Soy como el hada madrina
de la Cenicienta.
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De hecho, yo llevé
su caso personalmente.
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Llevó su caso.
¿ Por qué no se sienta?
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- Creo que se sentirá mejor.
- Mejor te sientas tú.
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¿ Yo?
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¿ Quiere que me siente yo?
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Espero que esto no suene a jactancia,
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porque soy un hado padrino
bastante modesto.
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Ah.
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Pero la Cenicienta no tenía una madrina.
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¿ No?
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Era yo.
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Era usted.
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- Era yo.
- Sí.
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Las reporteras de la época
escribieron esa historia.
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Ellas atribuyeron mi magia a una mujer.
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Las mujeres son raras.
Son como los rusos.
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Quieren el mérito por inventarlo todo.
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Bueno, a mí... a mí... a mí me cae bien.
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Me cae muy bien.
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Y... sólo que, yo... bueno...
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No creo en los cuentos de hadas.