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Deberías dejar esa porquería de trabajo.
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- ¿Por qué no trabajas con nosotros?
- Es inútil, chicos.
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Cada vez que vengo, le pido
que trabaje para nosotros. ¿Verdad?
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Claro, Ed.
Escuchad, muchachos.
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Hay dos damas en una barra. Una le dice
a la otra: "Si no me voy pronto a la cama,
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me voy a casa a dormir".
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¿Una ayuda
para los huérfanos en Navidad?
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Aquí tiene, señora.
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No deberían entrar
en un lugar como éste.
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- Éste no es sitio para la religión.
- Será Navidad, pero...
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Espera, Mac.
Disculpe, hermana.
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No dejarán
que estos ángeles de la caridad
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se marchen con las manos vacías
en Nochebuena.
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En un antro lleno de bourbon
y de mujeres fáciles
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hace falta mucha religión
para mantener ambas cosas a raya.
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Aflojen la mosca, venga.
Hagan una buena obra. ¿Qué pasa?
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Eh, Señor.
¿Me oyes desde allí arriba, Jesús?
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No íbamos a olvidar
que es tu cumpleaños.
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Aquí tienes, Jesús.
Si tuviera más, te lo daría.
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Gracias, hermano.
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La Biblia dice: "Que tu mano izquierda
no sepa nunca lo que hace la derecha".
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¿Qué le ocurre a usted, señor?
¿Se avergüenza de ser cristiano?
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Ya. ¿Cree que la religión
es para bobos e ingenuos?
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¿Que Jesús era un blando?
Pues le diré una cosa:
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Jesús no temería entrar aquí
ni en ningún tugurio con su evangelio.
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¡Jesús tenía agallas!
No temía ni a todas las legiones romanas.
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¿Cree que ese lanzador es bueno?
Pues yo le digo
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que Jesús habría sido
el mejor lanzador de la historia.
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Jesús fue un luchador de verdad.
El mejor que haya visto en su peso.
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¿Por qué? Por amor, caballeros.
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Jesús tenía amor en los puños.
Y, ¿qué es el amor?