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Y...
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como comandante del Cuartel
durante su ausencia...
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propongo a Cayo Julio César.
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No te noto muy contento
por tu nuevo trabajo.
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No es una gran conmoción.
Glabro regresará.
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Tal vez.
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Al menos me da la oportunidad
de separar a Glabro de Craso.
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¿Sabes?
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Nuestra República
es como una viuda rica.
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Los romanos la quieren
como si fuera su madre.
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Pero Craso sueña casarse
con la vieja muchacha.
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¡Salud, Glabro! ¡Salud, Glabro!
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¡Salud, Glabro!
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- Dios vaya con usted, Glabro.
- Y con usted también.
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Espero que al regresar,
lo reciban como lo despidieron.
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Dame uno gordo, Fimbria.
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No, no. Guarda el cambio
y dáselo a tu esposa.
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- ¡Que los dioses lo adoren!
- Sólo si tú rezas, Fimbria.
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Hagamos un sacrificio anticuado
para que Glabro tenga éxito.
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Pensé que no creía
en los dioses.
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En privado, no creo en ellos.
Tú tampoco.
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En público, creo en todos ellos.
¡Saludos, Marco Flavio!