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¿Usted dónde está, Sr. Lentov?
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En el edificio de la ONU, en N.Y.
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Supongo que hay una razón...
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por la cual se nos unen el embajador
y el camarada Lentov.
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La hay, señor presidente.
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Entonces, continuemos.
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Su voz es más firme, señor.
Decisiva.
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Como si estuviera decidido.
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En unos minutos,
quizá caigan las bombas.
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Nuestras fuerzas
están en estado de alerta máxima.
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Si no quedamos satisfechos,
debo enviar a estas fuerzas.
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¿Qué propone, señor?
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¿Su gente cree que aún hay posibilidad
de derribar a los bombarderos?
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Siempre existe la posibilidad.
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Pero le pregunto,
¿y si no los derriban?
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¿Qué hará?
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¿Ya tomó una decisión?
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Sí.
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Es mi decisión,
y yo asumo toda la responsabilidad.
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Sr. Swenson...
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¿está en línea?
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Sí, Sr. presidente.
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- ¿General Bogan?
- Sí, señor.
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Esto es lo que sucederá
si uno de nuestros bombarderos ataca:
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arrojará dos bombas
de 20 megatones sobre Moscú.
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- ¿Jay?
-¿Sí, Sr. presidente?
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Quizá oiga
el sonido de los motores...
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justo antes de que caigan las bombas,
quizá no.
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En cualquier caso, oirá el sonido
de los misiles defensivos.
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Justo después de eso,
las bombas explotarán.
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Me dijeron
que lo que oiremos aquí...
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será un sonido agudo, chillante.
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Ése será el teléfono del embajador...
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derritiéndose con el calor
de la bola de fuego.
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Cuando oigamos ese sonido...
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el embajador habrá muerto.