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No deberías gastarte el dinero en mí.
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Para eso está el dinero, para gastarlo.
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La Biblia dice:
''Hay que compartir la riqueza''.
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En esta casa no nos tomamos la Biblia
a la ligera, señorita.
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¡Qué preciosidad!
¿Cómo se lleva?
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Así, alrededor del cuello
y un poco alta.
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¡Es elegantísima!
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¿Cómo puedes
gastarte el dinero en pieles?
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El Sr. Pemberton
me ha subido el sueldo.
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Le dije a la Srta. Cotton
que eres la secretaria de un millonario.
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Que es tan generoso contigo
como si fueras su propia hija.
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¿Srta. Bernice,
me peina antes de que llegue mi mamá?
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Pues claro, cariño.
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Ve a por el cepillo.
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¡Ah, esa niña y el pelo!
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Me recuerda al tuyo cuando eras niña,
por el color.
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En esta calle no da el sol.
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Me duelen la cadera y la pierna.
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¡Aquí está el cepillo!
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Marnie,
cuida con mi pierna.
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Nunca tenía tiempo para el pelo
de Marnie cuando era una niña como tú.
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- ¿Por qué no?
- ¡Ay, pequeña!
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Bueno, tras el accidente,
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estuve mucho tiempo enferma
y después tuve que ponerme a trabajar.
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¿Tampoco teníais papá?
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No, nadie,
no teníamos a nadie.