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Pero el sufrimiento
no había terminado.
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El niño se vio atrapado por un
inconmensurable amor por su madre.
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Tú te defiendes.
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Tú te defiendes
desesperadamente.
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Sientes que no puedes
corresponderle.
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Así que lo intentas y lo intentas,
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pero entre vosotros sólo hay
encuentros crueles y zafios.
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No puedes hacerlo.
Estás fría e indiferente.
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Él te mira.
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Él te ama y es tan tierno...
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Tú quieres pegarle,
porque no te deja en paz.
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A ti te parece repugnante, con
su boca gruesa y su cuerpo feo,
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con sus ojos húmedos
y suplicantes.
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Es repugnante y
tú estás asustada.
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¿ Qué escondes debajo
de la mano?
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Déjame verlo.
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Es la foto de tu hijito,
la que habías roto.
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Debemos hablar de ello.
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Háblame de ello, Elisabet.
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Entonces lo haré yo.
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Fue una noche en una fiesta,
¿ verdad?
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Se hizo tarde y era
muy escandalosa.
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Hacia el amanecer
alguien en el grupo dijo:
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"Elisabet, como mujer y artista
lo tienes
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prácticamente todo en tu bagaje,
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pero careces de sentimientos
maternales."
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Tú te reíste porque pensaste
que era una tontería.
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Después de un rato, empezaste
a pensar en lo que te había dicho.
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Te preocupó más y más.