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No debemos creer a las palabras
aduladoras.
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Me decían que soy omnipotente.
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Pero, la fiebre es más potente que yo.
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Esa voz la conozco. ¿No es el rey?
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El rey.
¡Hasta la punta de las uñas, un rey!
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Si miro ceñudo, el súbdito tiembla.
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Te perdono la vida.
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¿De qué se te acusa?
¿De adulterio? Eso no es culpa.
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¡Hagan hijos a montón,
que hacen falta soldados!
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¡Boticario, dame una onza de algalia,
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que libre mi alma de esta peste!
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Aquí tienes dinero.
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¡Dejad que os bese la mano!
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Antes deja que la limpie;
huele a cadáver.
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¿Me conocéis?
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Me acuerdo muy bien de tus ojos.
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¿Por qué me miras de reojo?
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Lee este desafio, que les escribí.
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¡Fíjate qué bonita es la letra!
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Aunque las letras fueran soles,
no las vería.
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- ¡Lee!
- ¿Con las cuencas vacías de los ojos?
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¡Qué raro eres!
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Se puede ver cómo va el mundo
sin tener ojos:
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mira con los oídos.
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¿Ves cómo ese juez se encarniza
en ese pobre ladrón?
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Te mostraré un truco.
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Cambio los papeles y... ¡uno, dos tres!
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Adivina ahora, ¿quién es el juez
y quién el ladrón?