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El miedo a una revolución proletaria...
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que llevara al país hacia
la izquierda era demasiado grande,
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y ahora no lo podemos defender más.
El nazismo, Gunther, lo creamos nosotros.
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Nació en nuestras fábricas,
se alimentó de nuestro dinero.
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Sé lo que estás pensando:
Que no debería escaparme...
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- y quizá me odies por ello.
- No, tío Herbert.
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- Estaremos en contacto, ¿verdad?
- Sí.
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Es muy tarde. ¿Qué haces?
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- ¿Dónde está Thilde? ¿Lo sabes, Erika?
- No lo sé.
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¡Thilde!
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Herbert, están aquí.
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Han venido a llevarte.
No puedes perder ni un minuto.
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- Elizabeth.
- ¡No!
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Herbert, no puedes perder un minuto.
¡Date prisa!
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- Herbert.
- ¡Date prisa!