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Ayúdame, te lo ruego. Ayúdame.
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Sé que eres la más fuerte
y puedes evitar que me vaya.
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Pero no entiendo el motivo.
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No puedes seguir temiendo a Herbert.
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¡Quizá antes sí, pero ahora no!
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Ahora sus papeles no valen nada.
Nadie le va a escuchar.
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Alemania hace lo que le place.
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Vosotros podéis hacer lo que queráis
en toda Europa.
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Nadie va a levantar un dedo
en vuestra contra. ¿Por qué nos retenéis?
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Ah, sí, porque un día podríamos recordar.
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Podríamos decir lo que sabemos de ti,
de todos.
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Pero ¿crees que llegará ese día, Sophie?
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No.
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Herbert aún se engaña a sí mismo.
Yo ya no. Nunca lo has creído.
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Entonces ¿por qué? ¿Por qué nos retenéis?
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Mi sola presencia aquí
te debe de parecer insoportable...
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porque te hace recordar
cuando quieres olvidar.
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Yo también quiero sólo olvidar.
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Por eso deja que nos vayamos, Sophie.
Déjanos ir.
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Sólo una palabra tuya.
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Una palabra es suficiente.
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Vete. Márchate si es lo que quieres.
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Pero no te engañes, Elizabeth.
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No sueñes con volver un día
y encontrar la Alemania...
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que tanto quieres.
Esa Alemania está muerta para siempre.
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No habrá más Alemania que ésta.
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Y no podrás escapar de ella ni evitarla.
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Porque se extenderá antes de que te des
cuenta por toda Europa, por doquier.