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Tú eres come un chiquillo, mucho más
que otros que he conocido.
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No debes decir...
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...que soy un chiquillo.
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No debes decirlo, ¿comprendes?
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Son los otros quienes son chiquillos.
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Acaba de tomarnos el pelo
con lo del atasco. ¡Esperad!.
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Te dejamos sólo para que reflexiones.
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Así pensarás bien en lo que
debes decir y hacer.
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¡Vámonos!
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- Mangani, gritas demasiado.
- Lo he aprendido de ti.
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- Siempre se entromete.
- Tiene razón, doctor.
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Obstruye los interrogatorios.
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¡Minchia!
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Beba un poco de café.
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- Vd. ha alquilad la casa Moroni.
- Sí.
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Son soluciones interesantes
en estilo Liberty, ¿verdad?
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Señor Terzi, ¡cuando vio a
Augusta por última vez?
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Tres días antes de su muerte.
Me hacía chantaje.
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Incluso he recibido llamadas
telefónicas anónimas de un hombre.
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- Era él.
- ¿Quién?
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El amante de mi mujer. Estaban compinchados:
él me telefoneaba.
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Usaba el tono de quien está
acostumbrado a mandar.
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- ¿Por qué le chantajeaban?
- Les gustaba hacerme sufrir.
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Querían humillarme.
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¿En qué consistía este chantaje?
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Una vez por teléfono me ha dicho
que me había hecho fichar...
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...entre los travestidos.