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¿ Vienes con nosotros
o tienes algo mejor que hacer?
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Qué pregunta más tonta, coronel.
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Le gustaría estar en su lugar, ¿ eh?
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No, Sr. Phillips, de eso nada.
Es que yo soy cómodo.
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Siempre me llama francesito,
pero soy medio mejicano.
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¿ Qué mitad estaba de rodillas
y qué mitad le besaba la mano?
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- ¿ Dónde está Ketcham?
- En la casa grande.
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- ¿ Cómo es?
- Es alto, de pelo negro y bigote.
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Podría ser cualquiera.
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Podría ser el tipo que estaba
con Whitey cuando le pagamos.
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- ¿ Cuántos hombres tiene?
- Unos 15 ó 20 en el barracón.
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Allí hay uno
y otro un poco más a la derecha.
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Y los vigilantes,
esos que ustedes llaman centinelas.
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- Ketcham no deja ningún cabo suelto.
- Veo a tres... no, a cuatro.
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Hay uno junto a la cancela.
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Tendremos que ir a por ellos primero,
después entrar en la casa
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y atrapar a Ketcham
para contener a los demás.
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- Será mejor que no lo matemos.
- No, mejor que no lo matemos.
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- ¿ Qué me dices, francesito?
- Voy a por el que está delante.
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Yo, el de la izquierda
y el que está en el barracón.
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Déjenme alguno a mí.
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¿ Podría sorprender
al que está junto a la cancela?
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Puedo sorprender a un coyote,
si me lo propongo.
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Será mejor
que me den un poco de ventaja.
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No vamos a desperdiciar esto.
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Recuérdeme
que le pregunte a Tuscarora.
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¿ El qué?
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Dijo que usted era un santo
que condenaba los vicios.
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Y los condeno.
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Pero eso no impide que me dé
un santo gusto cuando tengo ocasión.