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- ¡No pelearé con un negro mugroso!
- Escúchame, Frank.
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Tú te negaste a pelear con uno
cuando tenías el campeonato.
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- No tenía que hacerlo, pero tú sí.
- ¡Mentira!
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Sé qué significa "retirado",
y estoy retirado.
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- Te pondré en forma en un mes.
- Tienen hasta junio.
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Necesito tiempo para promocionarla.
Ésta será más grande que tu última.
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- Y será muy fácil.
- Quedará aplastado en cinco.
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- En cuatro.
- ¡En dos! Tienen mandíbulas de vidrio.
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- ¿O no, Cap'n Dan?
- ¡No pelearé con un mugroso negro!
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Cuando te retiraste con ese cinturón
dorado el verano pasado...
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nadie pensó que esto sucedería.
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Decidimos enfrentar
a los dos mejores pesos completos.
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El que gane es el nuevo campeón,
¿verdad?
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Nadie imaginó que el negro
le ganaría a uno...
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e iría por el otro
hasta Australia.
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Sr. Brady, estuve en Melbourne
como reportero, y le diré...
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que ningún diario aquí podría publicar
lo terrible que estuvo.
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Le decía: "¿Me quieres pegar?".
Y lo dejaba.
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No paró de sonreír.
Lo abofeteaba, le daba golpes cortos.
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- Le hacía comentarios al público.
- Ud. es la esperanza blanca.
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- ¿Qué soy?
- La esperanza blanca.
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Todos los diarios del país
le llaman así.
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Él llegará mañana a San Francisco.
¡Por favor!
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¿Y si él dice que el cinturón
es suyo pues te niegas a pelear?
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Entonces, el país entero diría:
"Brady nos falló.
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Dejó que un maldito negro bocón
fuera campeón del mundo".
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Mira, Frank, ve a observar con cuidado
ese cinturón...
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y luego tráelo acá afuera.
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Sé que confías en mí,
y yo te digo que sí puedes vencerlo.
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Y, Franklin, el Señor detesta
a los que se rinden.