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En la Era Dorada aún pueden distinguirse
rastros del Paraíso.
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Aquí, por ejemplo, una vez
atracó un bote.
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Furiosamente las olas
golpean contra la costa.
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Atrás se eleva el humo y no fue
peor de lo que se esperaba.
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Las Piedras que fueron lanzadas
no regresan solas.
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En la Era Dorada el hombre
no olvida rezar
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para que el fin de Dios sea impropio.
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Más que la muerte, la bendición,
y las maldiciones
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al hombre le perturba el humo
sobre el mundo.
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Los niños encontraron un
fuego bajo la tierra.
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Y ahora, repentinamente, los padres
quieren regresar a sus casas de piedra.
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Es suficiente, incluso uno de estos
pensamientos habría alcanzado...