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Vive con la visión...
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...de alguien para quien
se hacen grandes hazañas.
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Dulcinea.
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¡Sal de ahí! ¡Levántate!
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- Señora mía.
- ¿Por qué me llamas así?
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- Porque tuyo es.
- ¡Me llamo Aldonza!
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La conozco, señora mía.
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Me parece que no me conoces.
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Hace todos mis años que
te conozco, tu noble espíritu.
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Hace mucho tiempo
que te veo en mi corazón.
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Tu corazón
no sabe mucho de mujeres.
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Lo sabe todo, señora mía.
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La mujer es
el alma del hombre...
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...los rayos que
lo ilumina en su camino.
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La mujer es la gloria.
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¿Qué quieres de mí?
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- Nada.
- Mentiroso.
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Me merezco el despreclo.
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- Pido de mi señora...
- ¡Ahora sí me lo dirás!
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Que me permita servirla...
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...tenerla en mi corazón...
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...y que a ella pueda yo
dedicar cada victoria...
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...y clamar su nombre
cuando me venzan.
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Y si por fin le doy mi vida...
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...se la doy en
el sagrado nombre de Dulcinea.
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Debo marcharme. Pedro me espera.
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¿Por qué haces estas cosas?
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¿Qué cosas?
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Estas ridiculeces...
Las cosas que haces.
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Vengo con un mundo de hierro...
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...para hacer un mundo de oro.
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El mundo es
una montículo de estiércol...
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...y nosotros somos las larvas
que adentro se retuercen.
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No.
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Mi señora sabe
la verdad en su corazón.
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Lo de mi corazón me Ilevará
mitad de camino al Infierno.
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Y Ud., Sr. Don Quijote...
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Su cabeza acabará siendo
una extraña para su cuerpo.
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- Eso no importa.
- ¿Qué importa?