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¿Y un pulso?
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Lo que haga falta.
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Sigue soñando, muchacho.
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Vamos, subámoslo al remolque.
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- ¡Oye, campeón!
- ¡Las copas corren por cuenta de la casa!
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Oye, escucha,
no hagas nada que no haría yo.
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- ¿Qué haces llevándote a mi secretaria?
- Gracias, precioso.
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¿Verdad que es adorable?
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Cuando le dije que iba a tomarme libre
la semana que viene, se puso furioso.
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Le dije que llamaría a la agencia
y le conseguiría a otra. ¿Sabes lo que dijo?
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"¿Por qué no le consigues otra
a Kyle Kingman?"
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Que me parta un rayo.
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Vaya, mira quién está aquí.
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- Podías habérmelo dicho, querida esposa.
- ¿Y cómo iba a sorprenderte si no?
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- Eso ya lo hiciste.
- ¿Quién es tu amiga? Quiero conocerla.
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Hola. Ya nos conocemos, ¿verdad?
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La Srta. Dennison. Trabaja aquí.
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¿No te vi en Rockingham...
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y Asheville y Farmington?
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Bueno, cuando no estoy ocupada,
sigo las carreras.
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Eso debe de ser divertido.
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¿Qué tengo que hacer
para que me sirvan otro ron Collins?
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- Se lo traeré yo.
- Ni hablar.
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¿Para qué sirve un esposo
si no puede servir a su esposa?
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Me alegró conocerla, Sra. Kingman.
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Escucha, si te sirve de consuelo,
no eres la primera ni la segunda.
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Te voy a dar un consejo, querida.