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unos ojos exánimes.
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Negros, como de muñeca.
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Cuando se te acerca,
no parece que esté vivo,
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hasta que te muerde.
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Esos ojillos negros
se vuelven blancos y entonces...
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oyes un grito horrible, agudo.
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El mar se tiñe de rojo...
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y a pesar del chapoteo y los gritos,
todos se acercan.
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Y te hacen pedazos.
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Al final del primer amanecer...
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perdimos 100 hombres.
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No sé cuántos tiburones habia.
Tal vez 1.000.
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No sé cuántos hombres,
una media de seis a la hora.
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La mañana del jueves, vi a un amigo mio...
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Herbie Robinson, de Cleveland.
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Jugador de béisbol,
ayudante del contramaestre.
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Creia que estaba dormido.
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Alargué la mano para despertarle.
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Empezó a cabecear en el agua,
como una peonza.
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Se puso boca abajo.
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Se lo habian comido
de la cintura para abajo.
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A mediodia del quinto dia,
nos vio un Lockheed Ventura.
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Volaba bajo y nos vio. Era un piloto joven.
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Más joven que el Sr. Hooper. Nos vio...
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y bajó, y tres horas después...
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un gran hidroavión bombardero
amerizó y empezó a rescatarnos.
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Entonces es cuando más miedo pasé.
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Esperando mi turno.
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No volveré a ponerme
un chaleco salvavidas.
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De modo que 1.100 hombres
cayeron al agua...
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y 316 salieron con vida.
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Del resto dieron cuenta los tiburones.
29 de junio de 1945.