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Disculpe. ¿Quiénes... quiénes son
las personas que hay tras el biombo?
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Son don Francisco
de España y su hermana.
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Se dirigen a ver a Napoleón.
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Don Francisco, supongo.
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¿Me conoce, señor?
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Oh, digamos que su nombre
es una leyenda por aquí.
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- ¿Lo es?
- Bueno, quizá no una leyenda,
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pero nunca deja de provocar
una buena carcajada.
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Y usted será la hermana del don, la
famosa condesa y estantigua española.
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¿Quién es usted?
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Oh, sólo un humilde sirviente que
desea invitar a un trago a su excelencia.
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Será un honor.
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Camarero, una botella
del mejor tinto, y dos pajitas.
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¡Dos pajitas!
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Dicen que el don
se dirige a ver a Napoleón.
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¡Las noticias vuelan!
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La noticia mala llega volando,
y la buena, cojeando.
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Oír a todos, creer a pocos.
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Más vale un hoy que diez mañanas.
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Aire de Levante, agua delante.
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- Le toca.
- Le invitaríamos a unírsenos, pero...
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la diferencia en posición
y fortuna lo convierte en una estupidez.
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Oh, sí, me puse esto
a toda prisa. Fue una ganga.
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¿Conocen a Napoleón, o qué?
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¡No precisamente!
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¿Una broma, su nadieza?
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Somos amigos de su hermano, que
dispone los asuntos de España, pero...
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ésta es nuestra primera
reunión con el gran emperador.
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Es todo lo que quería saber.
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- ¿Don Francisco?
- ¿Dígame?