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Cara a cara en una bendición
eterna con Dios Todopoderoso...
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quien a través de su hijo
nuestro Señor Jesucristo...
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murió por nosotros en la cruz.
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Quien se digna a mirar hacia
nosotros, pobres mortales...
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lleno de amor,
con misericordia infinita...
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el enfermo, el que sufre,
el moribundo.
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Sí, el moribundo.
La tumba helada.
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Que vuelva al polvo
lo que de él nació...
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y que sólo queden los huesos.
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Los gusanos se comerán los ojos...
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los labios, la boca.
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Entrarán en sus oídos.
Entrarán en su nariz.
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El cuerpo se pudrirá hasta
sus últimos restos...
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y desprenderá
un hedor profundo.
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Sí, Cristo subió a los cielos
y se unió...
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a los ángeles que lo recibieron,
pero a los despreciables como vosotros...
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no, llenos de los vicios
más primarios...
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buscando sólo la satisfacción
carnal.
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¿Cómo osáis contaminarme,
y mirarme a la cara?.
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¡Qué osadía!
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¿Qué hacéis aquí
en mi templo?
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Al cementerio es a dónde
pertenecéis.
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Debéis apestar.
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Debéis apestar como cadáveres
putrefactos al lado del camino.
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Y en verdad lo digo...
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que esos nunca entrarán
en el reino de los cielos.
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Cuatro, tres, dos, uno, cero!!
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Ahí está. Hey, Trelkovsky.
¿el huésped afortunado, eh?
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Oh, Lucille Pampin, de Niza.
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- En el Riviera.
- Mide 1'65 y pesa 140 libras.
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¡La mejor mamada de Paris!
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- Encantado de conocerte.
- Qué tal estás.
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Que nadie se levante.
¿Que es eso?
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¿No hay más sillas?
¡Menuda casucha!
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Hay una mesa aquí.