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Mis respetos, Coronel.
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Un Mosela del 37 en el rincón
más meridional de Rusia,
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extraordinario.
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Una botella de Mosela no está más
fuera de lugar que nosotros mismos.
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A su salud, caballeros.
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No, a la mía, no,
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no merece la pena beber a mi salud.
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Por el fin de la guerra.
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Coronel, ¿por qué le parece
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nuestra presencia aquí
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tan absurda?
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¿Por qué pidió que lo relevaran
de su puesto en Francia?
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Quiero conseguir la Cruz de Hierro.
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Podría darle una de las mías.
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No, es broma.
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De hecho, es exactamente lo que
me pidió mi superior en Francia.
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''No puedo detenerlo'', dijo.
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''Ya que estoy convencido de que,
sin Ud., el Frente Este
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caería en cuestión de días,
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¡adelante,
estúpido heroico!
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¡''Estúpido heroico'',
eso dijo exactamente!
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Retiro mi brindis
por el fin de la guerra.
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¡Portodos los estúpidos heroicos!
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Coronel,
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me gustaría dejar algo bastante claro
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al Capitán Kiesel.
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Me presenté voluntario para
esta campaña porque me parece
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que se necesitan
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hombres de calidad.
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Es hora de destruir el mito
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de la invencibilidad rusa.
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¿ Y cómo hacemos eso?
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Reforzando la moral,
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castigando a los insubordinados
y rebeldes,
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infundiendo un nuevo respeto
hacia los oficiales de rango.
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La moral baja va de la mano
con la derrota tras derrota,