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Huiste de África del Norte
aún más rápido que los nazis.
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Ellos se tomaron su tiempo.
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Admítelo: Yo te aterrorizaba.
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Sí, lo admito.
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Ignoraba que alguien tan joven
pudiese amar con tanta pasión.
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Eras la criatura más exótica y asombrosa
que jamás había visto.
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Una gran amenaza para mi salud.
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Mas entre tú y mi coronel...
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...y el asedio constante de los alemanes,
me asombra haber sobrevivido.
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Quizás no hayas sobrevivido.
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Sí, sobreviví.
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Gracias a que pude olvidarte.
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¿Y entonces cómo me reconociste?
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No me olvidaste.
Me reconociste al instante.
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Así es. No has cambiado en nada.
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Odio venir a estos lugares mugrientos.
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A mí me agradan.
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Tú me gustas...
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...y estos lugares también.
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- Solía venir aquí con otra.
- ¿Quién?
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- Ya no la traes aquí, ¿o sí?
- ¡Cielos, no!
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Ahora es mi esposa.
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- ¿Cuándo te casaste con Juan Pulido?
- Hace cinco años.
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- ¿Tienen hijos?
- No.
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No te golpea ni te hace nada cruel, ¿o sí?
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- Y si así fuese, ¿qué harías?
- Le rompería el cuello.
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- ¿Eso harías?
- Por supuesto.
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- ¿Quieren un trago?
- Sí.
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Debo tener algún problema.
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¿Además de tu mala memoria?
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Quizás sea demasiado ambiciosa,
demasiado exigente.
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De hecho, lo soy.