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Qué cosa tan hermosa era.
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Se erguía tan alto sobre el agua
como uno de sus rascacielos,...
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...más largo que dos campos
de rugby...
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...y amueblado para igualar a las
mejores mansiones de Inglaterra.
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Era único,...
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...de eso no hay duda,...
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...y ni el mismo Dios, dijeron,
podría hundirlo.
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Después, en dos horas,
se había ido,...
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...y mil quinientas almas con él.
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Le quité el gallardete
antes de que se hundiese.
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Si consigue reflotarlo,...
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...vuélvalo a poner donde
le corresponde.