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Te sorprenderían las atrocidades
de que es capaz un hombre.
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- ¿Vio usted a Jack?
- No.
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Y tus heridas ya estaban
vendadas cuando ingresaste.
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¿Habló con la policía de East Proctor?
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¿Fueron a "El cordero degollado"?
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No lo sé, de veras.
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Entonces, ¿por qué se empeña
en no creerme?
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- Piensa que estoy loco.
- David, el caso está cerrado.
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Si hubiera un monstruo suelto,
lo habríamos visto en la tele.
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Saldrás de aquí dentro de tres
o cuatro días. Mantén la cordura.
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Al menos, mientras continúes
bajo nuestra responsabilidad.
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Dr. Hirsch.
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Preferiría no quedarme solo.
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Enviaré a alguien
para que te haga compañía.
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Eres una chica preciosa.
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Creía que estabas dormido.
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Lo estaba.
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¿Quieres que te lea algo?
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Sí, vale.
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Un yanqui en la corte del rey Arturo.
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De Samuel L. Clemens.
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Esto va después del prólogo.
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"Unas palabras de explicación".
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"En el castillo de Warwick
hallé al peculiar extranjero
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del cual me dispongo a hablar".
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"De él me cautivaron tres cosas:
su cándida sencillez,
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su familiaridad
con las antiguas armaduras,
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y su apacible compañía,
pues era un gran conversador".
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"Nos unimos,
como la gente modesta,
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en la cola del rebaño
que pasaba ante nosotros,
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y enseguida comenzó a decir
palabras que me interesaron".
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Los títeres son un arte, Peggy.