:35:02
¿Así que usted ha viajado 480 km
sólo para verme?
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A usted y a Liddell.
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Oí que los dos son los mejores.
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¿Y qué piensa ahora?
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¿Eric Liddell?
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Nunca vi tanto impulso,
y compromiso en un corredor.
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Corre como un animal salvaje.
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Me desalienta.
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Debería.
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Me asusta como nadie antes.
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Quiero que me ayude a competir con él.
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Dígame, Sr. Abrahams. ¿Está casado?
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No. ¿Por qué?
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Bueno,
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cuando aparezca la muchacha adecuada,
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¿cómo se sentiría
si ella le propone matrimonio?
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Sabe, Sr. Abrahams,
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al igual que el novio,
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es el entrenador quién tiene
que hacer la propuesta.
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Sr. Mussabini,
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puedo correr muy rápido.
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Con su ayuda,
creo que puedo correr mucho más rápido.
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Tal vez más rápido que nadie antes.
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Quiero esa medalla olímpica.
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Puedo verla ya.
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Está esperando por mí.
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Pero no puedo conseguirla solo.
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Tenemos un viejo dicho
en mi profesión, hijo.
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No se puede poner lo que Dios
dejó de poner.
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Entonces, déjamelo a mí.
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Voy a mirarte. Voy a observarte.
Y si pienso que puedo ayudar,
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si puedo ver el gran premio
colgado de tu cuello,
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créeme, no voy a perder el tiempo.
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Cuando nos encontremos otra vez,
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seré yo el que te suplique.
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¿Entonces me va a mirar?
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Si eres lo suficientemente bueno...
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Te voy a desarmar pieza por pieza.
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Gracias.