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¡Agarren un extintor!
¡Vamos!
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¡Dios!
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Necesito un trago.
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Sigo viendo esa cara.
¿Qué hay de tí? ¿quieres uno?
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Eso fue un intento de asesinato.
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¿Qué?
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Encontré ésto en el piso del estudio.
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Es una de las siete dagas de Megiddo,
lo único en la tierra que puede matarme.
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Fueron descubiertas en Israel
cuando yo era un niño.
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Un arqueólogo, Bugenhagen, las encontró
y se las dió a mi padre para destruirme.
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Pero el amor de mi verdadero
padre me protegió.
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Dijiste que había siete de ésas.
¿Dónde están las otras seis?
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Es lo que debemos averiguar.
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Alguien debió desenterrarlas
del viejo Museo Thorn en Chicago.
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Y ahora están en las manos
de alguien que sabe quién soy.
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Y aquél que sabe quién eres
debe conocer también la profecía.