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Sí, monseñor.
Lo siento, monseñor.
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No necesito un tentempié por la mañana.
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- Lo siento, monseñor.
- No te preocupes.
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Andando, muchachos.
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Futuros misioneros.
Diría que son el futuro de la Iglesia.
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Que Dios se apiade de la Iglesia.
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Sabes cómo controlarlos.
No hay nada que no puedas controlar.
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¿ Qué te ronda por la cabeza, Dan?
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Te invito a desayunar.
Ternera y tostadas en el Biltmore.
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Me temo que no puedo.
Hoy estoy ocupado.
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- ¿Podemos hablar?
- Claro.
1:16:44
- ¿Aquí?
- ¿Por qué no?
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Pensaba en tu hermano, el policía.
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Tiene un genio de mil demonios.
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Fue monaguillo, ¿no?
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No era lo suyo.
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Seguirá investigando ese asesinato,
el de la virgen no sé qué más.
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- Fulana.
- Exacto.
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- La recuerdas, ¿ verdad?
- ¿A quién, Dan?
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A esa chica.
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La conocimos, ¿recuerdas? Tú y yo.
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Volvíamos del hipódromo
de Del Mar el verano pasado.
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Hacía dedo. La montamos.
Digo, la llevamos en coche.
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Practicaba la ciencia cristiana.
Tú le preguntaste.
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Se sentó detrás.
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Ciencia cristiana...
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¿La que no sabía
quién era Mary Baker Eddy?
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La misma.
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Me hice amigo de ella.