Mujeres al borde de un ataque de nervios
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Y Ud. tampoco es una abogada,
¡Ud. es una hija de perra!

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¡Váyase o llamo a la policía!
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¿Solucionaste tu problema?
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Sí. Me voy mucho más tranquila.
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Me alegro.
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¿Qué hace aquí esta maleta?
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La bajó un chico y me dijo
que el Sr. Iván vendría a recogerla.

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¡Si el Sr. Iván quiere su maleta, que
suba arriba por ella! ¡Y que dé la cara!

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Muy bien, yo se lo diré.
¿Necesita ayuda?

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¡No, no necesito ayuda!
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Pepa, estoy a quíen Madrid contigo
y no necesito más.

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Iván, yo también estoy en Madrid contigo
y soy muy feliz al verte escribir esto.

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Llamó, ¿verdad?
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Sí. Yo atendí el teléfono.
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¿Y? ¡Dame eso!
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- Perdona por leer las postales.
- Da igual. ¿Qué te dijo?

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Pensaba venir aquí, pero al descubrir
que tú sabías quién soy yo...

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le da vergüenza verte.
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¡Qué delicadeza!
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¡Yo tampoco quiero volver a verlo!
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Pero te juro que si quiere recuperar
esta maldita maleta...

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¡tendrá que subir por ella!
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- ¿Y las chicas?
- Sin novedad.

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¿Y Candela?
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En tu habitación.
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¿Te pasa algo?
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No, no. ¿Viste a la abogada?
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Sí. Luego te lo cuento.
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¿Te importa que haya tomado
un vestido tuyo?

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Puedes quedártelo.
Te sienta mejor que a mí.

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Procura no perderlo de nuevo.
No tengo zapatos de tu número.

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- ¿Viste a la abogada?
- Sí.


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