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Esta nota
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me habla de
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diez mil franceses
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que en el campo yacen muertos.
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De príncipes en número de
ciento veintiséis,
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añadidos a los caballeros, hidalgos
y valientes señores;
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ocho mil cuatrocientos,
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de los cuales quinientos
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habían sido hechos caballeros ayer.
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He aquí una real camaradería de muerte.
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¿Dónde está el número de
nuestros muertos ingleses?
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Eduardo, duque de York;
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el conde de Suffolk;
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Sir Richard Kikely;
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Davy Gam, hidalgo.
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Ningún otro de nombre
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y de todos los demás,
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sólo veinticinco hombres.
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¡Es maravilloso!
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Vamos.
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Marchemos en procesión hacia el pueblo
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y proclamad la muerte en nuestro Ejército
a quien se jacte de esto
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o le arrebate esta gloria a Dios,
a quien sólo pertenece.
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¿No es lícito,
con la venia de Vuestra Majestad,
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decir el número de muertos?
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Sí, capitán,
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pero con el reconocimiento
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de que Dios
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luchó...