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Por Béthune y Vimi. A través del prado.
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¡Qué locura!
- El asedio era muy largo.
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No puedes quedarte.
- ¡Qué tono tan amargo!
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Tiene razón, señora, no os quedéis.
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¿Por qué?
- ¡Los españoles van a atacar!
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Bien, lucharemos.
- Vete, ¡qué disparate!
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Ni hablar, he decidido
asistir al combate.
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¡Tengo hambre! El aire es fresco.
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¿Qué podría comer?
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Quisiera pollo asado y
vino blanco por doquier.
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¿Podéis traérmelo?
- No tenemos nada de eso.
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Entonces, perdices, truchas,
un buen queso, lo que sea.
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¿Dónde encontrarlo?
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En mi carro.
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Pero hay que cortarlo y
servirlo en vasijas de barro.
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Llevo en mi equipaje a
un hombre extraordinario.
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Acercaos a verle en
su propio santuario.
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¡Hay un montón de perdices!
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Cada cajón es una pequeña
despensa.
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¿Tinto o blanco?
¡Pan para el señor Carbón!
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¡A vuestra salud!
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¿Por qué lloráis?
- Por el atracón.