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Pero Dios...
- Tranquilizaos...
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...Dios conoce su honradez.
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Pero cada sábado con cara
de placer me dice al entrar: . .
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...Hermana comí carne ayer.
- ¿Os dice eso?
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Siempre.
- El sábado pasado...
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...el pobre llevaba dos días
sin probar bocado.
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¿lncluso muerto le amáis?
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Tengo la sensación de
que no ha muerto...
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...aún siento su corazón...
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...su amor me protege
como un escudo.
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¡Ahí está Le Bret!
- ¿ Viene aquí a menudo?
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Llegáis muy temprano,
él vendrá a las siete.
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¿Quién?
- Cyrano.
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¿Cómo le va todo?
- Mal.
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¿Mal?
- Menudo tono.
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Se lo predije, la miseria,
el abandono...
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...los panfletos que escribe
son como puñales.
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Ataca a los falsos nobles,
a los carcamales...
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...y ha conseguido enemistarse
con todo el mundo.
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Pero su espada inspira
un terror profundo.
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No le compadezcáis...
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...ha vivido sin pactos,
libre en su pensamiento...
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...y en sus actos.
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¡Señor Duque!
- Sí, lo sé, tengo poder...
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...y él no, pero le daría
la mano con placer.
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Adiós.
- Os acompaño.
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Sí, a veces le envidio.
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Tener éxito en la vida
puede ser un fastidio.
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Se sienten, sin haber
hecho nada malo...
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...mil pequeños dolores que en su
intervalo no crean remordimiento...
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...si no una molestia oscura...
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...que acompaña a la gloria
mientras dura...
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...subiendo los peldaños
de los honores se oye...
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...un lamento de ilusiones secas...
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...y de errores.
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Estáis muy soñador.
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Pues sí.
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Sr. Le Bret! Permitidme por favor.