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San Bernardino, entre los 10 y 405.
Una mirada al tiempo de hoy,
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viernes, 31 de diciembre de 1999,
el último día del siglo.
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¡Funciona! ¡Funciona!
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¡Hay señal! ¡La explosión ha sucedido
sólo en el espacio!
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Tenemos una radio de cristal.
Estaba en la estación de radio.
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Escucha, escucha... aquí están los auriculares.
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¿Puedo ponértelos?
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¡El mundo aún está vivo!
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Era la vigilia del 2000.
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Habría fiestas en todo el mundo,
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pero ninguna más celebrada
que ésta en Australia Central.
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en la tierra del pueblo Mbantua.
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Mientras cantábamos y bailábamos
no sabíamos que uno de nosotros
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no entraría en el
nuevo milenio.
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Qué locura. Apenas hemos
descubierto que el mundo estaba bien,
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¡y tú cantas para morir!
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El mundo no está bien.
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Sabes que el mundo no está bien.
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No puedes decidir morir.
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No decido nada,
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sólo dejo que suceda.
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Lo siento, amor mío.
Te hemos llevado a los límites.
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No, Henry.
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No hay nada por qué lamentarse.
La vida termina.
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Pero finalmente he visto,
después de todos estos años.